Son ya más de tres cuatrimestres compartiendo con profesores e investigadores de la UNIR la dirección de trabajos fin de máster de alumnos del curso de posgrado en Liderazgo y Dirección de Centros Educativos (MULYDCE).
Esta tarea es una oportunidad para insistir en algunos principios fundamentales de la tarea directiva: la reflexión (+ tiempo), la personalización (+ dirección de personas) y la propia preparación (+ formación continua).
Acompañar estos procesos de investigación aplicada no solo permite actualizar conocimientos y contrastar enfoques, sino también redescubrir el valor del liderazgo educativo entendido como un ejercicio de escucha, guía y confianza. Cada proyecto presenta una realidad concreta, una inquietud personal y una apuesta por la mejora. Esto nos recuerda que la dirección no puede ser genérica ni estandarizada: requiere propósito, sensibilidad hacia los contextos, capacidad de adaptación y una mirada estratégica orientada al bien común.
En este sentido, el trabajo con los alumnos se convierte en un diálogo profesional que enriquece a ambas partes. Por un lado, los estudiantes afinan su capacidad de análisis, síntesis y propuesta. Por otro, quienes orientamos estos trabajos tenemos la oportunidad de revisar nuestras propias prácticas, renovar marcos de referencia y seguir aprendiendo desde la experiencia compartida.
Aspirar a liderar un centro educativo hoy implica aprender siempre, pensar con otros y no perder de vista la dimensión humana de cada decisión.
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